LA VANGUARDIA DIGITAL - La mirada impertinente:
"Periodismo en guerra
Me pregunto si acaso es una señal de la severa mirada critica que se cierne sobre el periodismo, sometido mas que nunca a la prueba del servicio a la verdad, la independencia de criterio y la calidad y rigor de su testimonio. Los excesos protagonizados por la reputada prensa anglo-norteamericana en torno al conflicto iraqui, con actos de contricion tan apabullantes como el del propio "New York Times", dan fe de que la primera victima de toda guerra es siempre la verdad. O sea, el combustible del que depende la potencia y hasta la propia vida de la prensa, cada vez mas desdibujada en eso que los teoricos gustan llamar, no sin razon, el "sistema mediatico".
En epocas de crisis y turbulencias, el mal se extiende por la red con particular virulencia, propagando a traves de sus vasos el seguidismo, el tremendismo, el plagio y hasta la pura invencion al servicio de los juegos de poder o del mercantilismo mas zafio. El daño sobre el oficio es devastador, al arruinar la dignidad e imagen de quienes le sirven con rectitud, esfuerzo y hasta heroismo y, simultaneamente, alejar de la prensa a quienes aun confian en ella para formar su propio juicio sobre las cosas. El mal no conoce fronteras geograficas ni generos periodisticos y se extiende como un toxico con la ayuda o complicidad de los poderes que intervienen en el espacio publico o dependen de la opinion y, en definitiva, del voto para perpetuarse o proteger sus beneficios.
Esta de sobras admitido que el exceso de informacion conduce a la desinformacion del mismo modo que el exceso de informacion sesgada o falaz crea alucinaciones, capaces de convencer a la mayoria de un pueblo tan civilizado como el norteamericano que la Biblia es un relato veridico o que Saddam Hussein envio los aviones que derribaron el World Trade Center. Asi lo atestiguan las encuestas. Pero casi nunca hace falta salir de casa para hallar ejemplos de los desvarios y daños colaterales que se producen bajo la carpa del "sistema mediatico" que preside nuestra moderna sociedad, en la que politicos, jueces, policias, comunicadores, periodistas y espontaneos participan o se ven arrastrados por la feroz dinamica del "todo informacion". Una prueba reciente es el espeluznante caso de la abominable e inexistente red de pederastas descubierta en un pueblo de provincias del norte de Francia, precedida del no menos celebre "affaire" de las fantasiosas orgias criminales encabezadas por el alcalde y otros "notables" de Toulouse. Ambos episodios han quedado reducidos con el tiempo a un suceso tan sordido como limitado, tras haber sido explotados hasta la nausea como el monstruo que habita en el alma de la nacion. Y asi tantos desafueros, con enormes costes sobre la vida y fama de terceros, en su mayoria gente desprotegida y anonima.
Asi que, mas alla del recreo de mi entorno urbano, la mirada impertinente de Giuseppe Penone y de la gente que desfila a diario por la escalera tubular del Centro Pompidou me recuerda que, pese a la libertad e independencia que concede la pagina en blanco de un moderno ordenador conectado a la red, es al otro lado donde se encuentra el verdadero sujeto pasivo, juez y hasta depositario moral de lo que se escribe en ella para ser publicado o difundido. Es decir, nuestra propia responsabilidad como relatores o escribientes -ya que no propiamente escritores, en el sentido de novelistas, ensayistas o poetas- a los que, por fortuna, todavia leen un buen puñado de excentricos que siguen creyendo que un buen diario bien vale -como Paris- una misa."
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